Los coches descapotables son tan viejos como el propio automóvil, ya que los cierres integrales de la carrocería llegaron después, habida cuenta de las velocidades que se empezaban a alcanzar y al deseo de los pasajeros de ir protegidos de los elementos. A lo largo de decenas de años de evolución técnica, los descapotables han sobrevivido hasta nuestros días, convirtiéndose en una opción normalmente exclusiva y cada vez menos accesibles.
En los coches modernos lo más habitual son las carrocerías cerradas, donde los esfuerzos estructurales quedan bien repartidos, logrando un mejor confort, más comodidad y menor grado de ruido y vibraciones. En un descapotable hay que compensar la pérdida del techo a nivel estructural, añadiendo refuerzos y, por tanto, el peso. Mayor peso implica peores prestaciones y mayor consumo de combustible o electricidad.
La oferta de carrocerías de coches descapotables se ha reducido drásticamente en los últimos años, dejando a los clientes con menor margen para elegir.
Un tipo de descapotable que prácticamente ha desaparecido es el coupé-cabrio o descapotable de techo duro articulado, que simula ser un coupé con el techo puesto y un descapotable sin él. Empleando acero, vidrio y plástico, el techo se pliega ocupando espacio en el maletero y necesita un complejo sistema articulado para la operación de puesta y retirada del techo.
Lo mismo pasa con modelos targa, como el Porsche 911 Targa o Corvette, en los que la sección del techo que se “pierde” es muy pequeña, pero tiene un mecanismo de guardado y descapotado, encareciendo el precio de un tipo de coche ya de por sí bastante caro. Tradicionalmente los targa implicaban un proceso manual de montaje y desmontaje, pero ese tipo de soluciones prácticamente han desaparecido.
El diseño más habitual en la actualidad es la capota de tela o de lona. Este también necesita de un sistema articulado y ocupa espacio en el maletero, pero la merma en espacio es menor, es una solución más económica y ligera, y las múltiples capas han resuelto casi por completo los problemas de aislamiento. No obstante, queda pendiente la protección frente al vandalismo, por mucho que sea un fenómeno difícil de ver (afortunadamente).
Cuando se trata de coches descapotables económicos, una solución que ha ganado adeptos es el techo practicable, un término medio entre un coche cerrado y un descapotable puro, con una sección importante del techo realizado en material textil y plegable y menos complejo de poner y quitar. Además, se respeta con más facilidad la forma original del coche y facilita las cosas a los diseñadores mucho, ya que apenas se pierde resistencia estructural. Es una suerte de semidescapotable.
Pero la lógica del mercado está imponiendo que la mayoría de los modelos solo puedan optar, como mucho, a un techo solar practicable, es decir, una mínima sección del techo acristalada que se puede abrir, sin afectar a la rigidez y con una leve pérdida de altura libre que solo notarán los más altos. Otros modelos no permiten abrir el techo, pero tienen una cortinilla que regula el paso de la luz sin llegar a ser opaca del todo. Técnicamente no contarían como descapotables.
Los coches descapotables siguen siendo más caros, más pesados y menos eficientes que sus equivalentes cerrados, de haberlos. Solo una minoría de modelos se han diseñado directamente para ser descapotables o targas, y suelen ser biplazas o con dos plazas utilizables y otras dos que solo son para apuros puntuales. No se puede tener todo.
La mayoría de modelos derivan de coupés, aunque en los últimos años hemos visto la llegada de modelos descapotables basados en SUV y todoterrenos, aunque la oferta comercial es muy escasa y alejada del poder adquisitivo del cliente medio. Y es que poder disfrutar del cielo abierto es, en ocasiones, todavía un lujo.
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