Solemos asociar la llegada del buen tiempo con los coches descapotables. Son el emblema más claro de la libertad que puede suponer el conducir. Quitarle el techo significa mucho más que un simple movimiento mecánico, permite la posibilidad de experimentar y disfrutar un viaje de una forma muy diferente. En este caso sí que no importa el destino, solo el trayecto que hagamos.
Los coches descapotables como tal son tan viejos como el propio automóvil. En los albores del mundo del motor muchos vehículos carecían, de forma parcial o total, de un techo con el que cubrir el habitáculo. A veces ni siquiera podía considerarse como tal ya que eran meras lonas o carpas con las que guarecerse de las inclemencias del tiempo. Pero con el paso del tiempo el proceso de cerrar un coche mejoró, y con ello el proceso inverso de descubrirlo.
Un vehículo convertible es aquél que tiene la capacidad de cerrarse y descubrirse gracias a la presencia de una capota, ya sea de tela o metálica. Es decir, que gracias a un techo plegable y retráctil puede disponer de un habitáculo abierto o cerrado. Este tipo de vehículos tardó más tiempo en aparecer, y en realidad el primero de ellos nació en el año 1934. El Peugeot 401 fue el primer coche convertible de la historia.
En cierto modo, la tecnología y el sistema de hoy tiene el mismo patrón. Un techo móvil que se recoge de forma total o parcial en un habitáculo específico para él. Con el paso de los años y las mejoras constantes, hoy en día podemos atender a diferentes tipos de coches descapotables o el tipo de capotas que pueden llevar. Los hay en todos los formatos y tamaños posibles. En función de cómo quede descubierto el habitáculo podemos hablar de un tipo diferente a otro. Estos son los modelos más comunes.
Con la llegada del buen tiempo empiezan a aflorar los coches descapotables, pero gracias a la introducción de nuevas tecnologías de confort, no hace falta esperar a la primavera o el verano para poder disfrutar de una conducción a cielo abierto. Una experiencia, que curiosamente saben disfrutar mejor en las zonas donde las condiciones climatológicas suelen ser desfavorables.
En España, gracias a un clima más ameno, podemos disfrutar más tiempo de los descapotables. De hecho, es en verano, con las altas temperaturas de algunas zonas, conducir un descapotable puede convertirse en una tortura, sobre todo si lo hacemos a baja velocidad o por cuidad, donde el calor puede causar muchos estragos. Aun así, la solución es sencilla; busca una carretera abierta, pon el aire acondicionado y disfruta.
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